viernes, 4 de mayo de 2012

Experiencia Culinaria en el ICC

... o algo que no repetiré...
lo lamento por los paladares finos que me lean pero tanta cucine no la soporto.
Emocionados acudimos mi esposo y yo, bajo un palo de agua anormal, a la invitación al ICC, (el restaurante de Sumito en Caracas pa´ los panas) porque los que NO TE SOMOS de la high le decimos así y no el ICC.

Los comensales: Alejandro (mi esposo puesj), la bella y el bello (una pareja encantadora de esas que uno se encuentra en la vida), su sobrino y la  prometida del sobrino y obvioooo yo; las tres mujeres no comemos mariscos detalle aclarado en la reserva y confirmado por la amable señora que nos atendió al llegar.

El sobrino estaba literalmente excitado con la expectativa, la prometida hasta le llevó el libro de Sumito para que se lo autografiaran.... no paró de hablar de todo lo que sabía del lugar y de Sumito y del chef que es socio de Sumito y de Sumito y de y de y de....

la comida: es una degustación de 8 platos servidos tipo entrada así que el que piense que se va a meter la comilona de su vida no esta instruido de lo que se trata el servicio del ICC, la presentación es bien nota, minimalista y original.

Empezamos con un pan delicioso con una mantequilla que era una crema tibia deliciosa, cooooool hasta ahora, viene el 1/8 un potecito de lo mas lindo (tipo los de guardar la sal en casa pero en miniatura) con caballa, mini cebolla, mini tomate y no se que mas en aceite, ni tan maloso, salvo para la prometida del pana que odia (si odia el pescado y afines a la comida de mar) todo eso con tres rollitos de una especie de galleta de pan (espuma de pan segurito), 2, 3 y 4/8 un trío conformado por una especie de ceviche pero en limón sino en un líquido amarillo medio tibio y con espuma, nada agradable, una crema de guisantes con un ravioli transparente relleno de guisantes, rica, y un compuesto de dos cojincitos de atún (descrito como espuma de atún) con un huevito y una aceituna con un trozo de caballa adentro, ummm se salvo el huevito. 

5/8 un arroz en reducción de vino con un trocito de cebolla caramelizada con un mordisco de cordero (rico, el cordero se deshacía en la boca), 6/8 un plato de mariscos en espuma de ajillo, para las que no comemos mariscos prepararon a la carrera unos hongos con la misma espuma (malaso, no superó el primer bocado) después de haber tenido que retirar el plato original porque no se, se les olvidó lo de la alergia femenina colectiva.

En algún momento también sirvieron una espuma de tortilla de papas en soufle de no se que en humo de canela  y causó mucha risa lo del humo de canela y el comentario bobo de como se come uno esa vaina, pero el asunto es que no era la gran cosa y casi sin sabor.

El cierre son dos postres... mi parte favoritaaaaaa expectativas a milllll, que me traen: espuma de natilla con frutos rojos y un pedazo de concha de naranja que terminó de amargar un postre al que le faltó consistencia, para el gran final, tataannnnn el tan esperado chocolate...... que me llega?? un vaso que efectivamente tiene mousse de chocolate, con una especie de galleta en polvo debajo, con tres bolitas (trufas de ciruela pasa con maní y ajonjolí) y para mala pata rociado en la superficie del mousse granos de sal marina que tristemente te dañaban el escaso bocado de chocolate.....

Sin comentarios de mi ordinariez de paladar, demasiada cocina molecular en una sola cena, en especial cuando he comido la cocina molecular de un mega chef venezolano como lo es Javier (busquen Las Clementinas en Panamá) que la usa como mezcla digna de platos fuertes que con la parte molecular alcanzan fortaleza y frescura al mismo tiempo.
Pero, insisto, soy muy mal educada en asuntos de cocina, así que mi opinión no es digna de guías ni nada por el estilo. Toda una aventura culinaria, que no repetiré (algo en los que todos los comensales quedamos de acuerdo).

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