viernes, 11 de junio de 2010

Adios Sr. Graterol

Era algo así como el 89 o 90, por ende he debido estar entre los 12 y los 13 años, entre bicicletas, estudios y demás asuntos naturales de la edad, cayó en mis manos un mini periódico (suplemento) lleno de colores y de un animal en distintas posiciones llamado El Camaleón.
Empecé a leerlo y al no entenderlo, consulte, como es lo debido, con las supremas autoridades del hogar, quienes me dijeron que para entenderlo tenía que leer el periódico completo y todos los días. Me entregue a la lectura adulta, y aun habían cosas que no entendía pero, por lo menos ya sabía de que hablaban, pasaron unos años más y ya lo leía, me reía y lo disfrutaba en pleno, ocasionalmente disfrutándolos igualmente por televisión.
Luego en una adultez recién estrenada, me enteré que uno de los nombres de los hombres que ahí explayaban su genio, el que más me gustaba, también era poeta de lo propio y de lo ajeno, de lo personal y lo general, de lo público y lo privado, y siempre con tesón alegraba mucho a cualquier lector, ese tal Graterolacho, llamado así por su apellido Graterol era un ídolo para cualquier generación.
Sus anécdotas, sus escritos y su crítica opinión me hicieron respetarlo, haciendo honor a la tradición de los jóvenes que se conectan con otra generación.
Una de las cosas que le debo agradecer a ese gran señor fue iniciarme, sin saberlo, en la lectura de la prensa y por ayudar a forjarme la propia opinión sobre el acontecer diario de toda nuestra nación.
Rindiendo homenaje al poeta, al periodista, al productor escribo estas tristes letras y le digo desde el corazón: Adiós poeta, adiós cantor, adiós amante de las letras y de la diversión.