domingo, 1 de abril de 2012

Alejandro va al Metro

Si, así, como los cuentos de Teo va al cine, Teo va al Teatro etc etc etc etc, se tiene que llamar este post, porque resulta que mi esposo tenía faaaaciiillll 10 años sin pisar el Metro y su experiencia es digna de contarla.

Todo empezó por cuanto cuesta el ticket y un "pídelo tu gordita" - el estaba super informado de que existe el integrado para agarrar metro y luego metro bus-, y claro como yo si soy ususaria tengo la tarjeta así que la cola solo fue por un ticket.

Entramos al metro, tatannnn al señor le impresionó que parte del techo de metal no estaba y que el mismo esta sucio, oxidado, casi sin pintura y a punto de caerle a uno en la cabeza... suerte que la escalera mecánica estaba prendida, creo que no nos montabamos si las hubiese tenido que bajar.

Ya, pasamos los torniquetes, "amor y donde estan todas las publicidades de marcas nacionales que habían antes???", tan bello mi gordo que no tenía idea que si la vaina no es Topitop o algo con el corazoncito de hecho en socialismo NO TE LO HAY y punto.

Llegó el vagon, ya la cara de Ale pasaba de impresión a desilución, no tocó uno de los nuevos, soooo a montarse en uno de los descoloridos vagones viejos, luego me comentó que es al borde de la depre que todo está descolorido y viejo y con un toque de usado que da escalofríos por la falta de mantenimiento que implica. (no con estas palabras obvio porq el carajo no te habla como jeva)

Es sábado así que no hay un gentío y había hasta un puesto para sentarse y todo, él tan caballero me lo sede y yo tan considerada esposa le indico "sientate tu que esta vaina pega unos frenazos horrorosos" (nótese que mi esposo tiene una enfermedad jodida de la espalda y hay que cuidarlo); hubo reverenda frenada, osea LA frenada, de esas clásicas que casi te tumban cuando está lleno, así que se imaginaran como es el asunto cuando hay espacio. Alejandro agradeció el gesto del asiento.

La vaina es que a el pobre estos asuntos del submundo moderno no le gustaron para nada, la pinta de la gente, los tres pedidores de oficio que nos tocaron (evidentemente sucios y para el acostumbrado nos tocaros el que no tiene ojo, el sin la pierna derecha y la viejita que pide para las pastillas gritando una ayuditaaa en una voz ronca seudo drámatica) y, tataaaaaaaaaaaaaannnnn rematamos con unos vecinos que hicieron su mercado y el olor a pescado crudo y salado era digno de un puesto de mercado popular a las 11 de la mañana. El pana se puso a sudar como loco y yo pensaba ¿q le pasa a este?? le pasó el sindrome del metro 10 años después.

Llegamos a Altamira, el sol apremiaba pero por lo menos la plaza está bonita y uno se distrae viéndola, el metrobus pa variar llegó super rápido y no los acostumbrados 45 minutos después. Nos montamos en el metro bus y todo ok, salvo porque no nos sentamos juntos, el una de las azules que quedaba libre y yo en la del frente. Nos bajamos en el destino final y ahi vino el desahogo......

Confieso que de usar el metro a diario hay muchos detalles de los que no me doy cuenta y que él estuviese hasta asustado de usarlo me causo gracia, pero es verdad el metro y la actitud de la gente que lo usa ha cambiado muchisimo en 10 años.

Terminé dándole gracias a Dios que era sábado y que no había tanta gente sino mínimo me le daba algo, porque eso de ver embarazadas paradas mientras unos carajitos sentados juegan en su celular, gente tragándose el almuerzo de sus potes al medio día, gente arrecostada del tubo que evita que uno se pueda agarrar y que se molestan si uno les pide permiso, es por mil lo que pasa a diario pero por mil más a lo q le tocó al Ale.

1 comentario:

  1. Mi mol, pobre del Ale, sin duda que tenía tiempo sin usar el metro... Es deprimente la verdad, para todo el que lo usa, lo que pasa es que el ser humano se acostumbra. Yo sigo pensando que nadie debería acostumbrarse a tanto, pero en fin... asi vivimos. Los quiero!!. Espero que el carrito se recupere para que el Ale no se traumatice más y a tí que Dios te siga acompañando en cada viajecito. TQM

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